Cuba 2009

Decidimos volar a Cuba cuando empezaba a refrescar para pasar unos días tranquilos y desconectar con la vida diaria. Lo más económico consistía en pasar unos días en La Habana para luego descasar en un resort de Varadero. Como nuestro principal objetivo era La Habana no tuvimos problemas para cambiar parte de la estancia en Varadero por noches en La Habana. No nos arrepentimos de la decisión.



Este es el pequeño y peculiar aeropuerto de La Habana. En el, cientos de banderas de todo el mundo cubren el techo de la sala de embarque. Resulta curioso ver banderas “poco habituales” pertenecientes en su mayoría a pequeñas islas caribeñas.



En la Habana nos hospedamos en el hotel Habana Libre. El que en su tiempo fuera el Hilton Habana. Fue confiscado por el gobierno durante la revolución de cuba y usado como cuartel general revolucionario. En una ciudad de casas bajas, es el tercer edificio más alto y fácilmente divisable desde Habana vieja hasta Miramar.




Las vistas desde nuestra habitación eran sencillamente espectaculares.



Nos encontrábamos en Vedado, ya que nos fue imposible hospedarnos en Habana Vieja. Vedado es una de las zonas mas lujosas de La Habana, si es que de lujo aquí se puede hablar, que contrasta con el vecino barrio de Centro Habana, muy pobre y descuidado.



Estas son las calles de Centro Habana. Esto se sale de los círculos turísticos habituales por lo que la gente te miraba con extrañeza y no se prestaban a servirte de guía continuamente. He de decir que tampoco me parecieron tan insistentes los cubanos como me habían contado. La presión sometida sobre el extranjero es mucho mayor en los países árabes.



Nos llamó especialmente la atención la cantidad de gente de raza negra que deambulaba por las calles de Centro Habana, en contraposición con otras zonas en las que eran prácticamente inexistentes. Disculpen la mala calida de esta foto, tomada con una cámara desechable.



Llegando casi al capitolio dejamos a la derecha Chinatown. En la Habana se encuentra el barrio chino más importante de toda Latinoamérica. Nos pareció curioso ver como los chinos tienen sus propias farmacias, en un país en el que la gente tiene obligación de ir a las farmacias estatales, teniendo prohibido acceso a las privadas, solo destinadas a extranjeros.



Para ir desde Vedado a Habana Vieja lo lógico seria ir por el Malecón. Nosotros cruzamos Centro Habana por curiosidad. El Malecón es la zona de esparcimiento favorita de los cubanos. Me sorprendió la cantidad de gente que deambula en plena noche por el Malecón sin una sola farola. La verdad es que estoy acostumbrado a ver paseos marítimos bastante alumbrados y aquí la iluminación “brilla” por su ausencia. EL edificio al fondo a la izquierda era nuestro hotel.



Las casas que integran el Malecón están extremadamente deterioradas. El tiempo, el mar y la falta de cuidados les han dejado en este estado.



El capitolio resalta sobre la Habana Vieja. Construido a imagen y semejanza del capitolio estadounidense, ahora se puede visitar y sirve de refugio en caso de huracán a la gente de Centro Habana.



El salón de los pasos perdidos se encuentra en la parte central del capitolio. En el suelo se encuentra una copia del diamante que originariamente se encontraba allí y guardado por seguridad. Se supone que perteneció al Zar Nicolás II de Rusia y se le atribuyen poderes curativos.



Esta fue un día la cámara legislativa cubana. Esperemos que algún día pueda ser usada para lo que se concibió. Parlamentar.



El deterioro de la Habana Vieja es considerable. Solo los edificios estatales se conservan en buen estado.



La catedral, en plena Habana Vieja, es bastante peculiar. Acostumbrado a las grandes catedrales europeas, de altas torres e interiores muy recargados, la catedral de la Habana es bajita, con un encantador toque colonial y muy austera en su interior. Aquí estuvimos disfrutando del sol y un mojito en una terracita. No hay que olvidar que estábamos en Octubre. 



La bodeguita del medio. No quería perderme este lugar mítico. Aunque a priori pensé que íbamos a pagar la fama del lugar sin obtener mucho a cambio, tengo que decir que aquí comí la ropa vieja más rica que hasta el momento he probado.



En su interior…¡Como no! En Cuba no hay comida que no te amenice una trova a ritmo de salsas, boleros y guajiras. Aunque no soy un fan de la música latina en general, esta música me sonó muy agradable, mucho más que otros ritmos caribeños. ¿Sería el entorno? ¿Serían los mojitos?...



La plaza vieja tiene algunos edificios dignos presenciar. Esto fue un centro de comercio importantísimo hasta que acabo convertido en un parking en la época de Batista. Afortunadamente se ha rehabilitado y hoy presenta este aspecto.



Una de las cosas que más sorprenden de la Habana son sus coches de los años 50. Debido a que en Cuba no se puede comprar un coche, salvo vehículos oficiales, extranjeros o altas personalidades; la gente se las ingenia para conservar estas autenticas reliquias del pasado, que hacen que la Habana parezca anclada en el tiempo.



He aquí la plaza de la revolución. No hay régimen comunista, véase la Plaza Roja o Tian’anmen, que no se precie de tener una gran plaza en la que sus líderes dan discursos. La verdad es que esta plaza no es comparable con las dos nombradas pero no deja de tener su importancia. Al fondo dos edificios gubernamentales con las imágenes de Fidel Castro y el Che Guevara.



Presidiendo la plaza se encuentra el monumento a José Martí, héroe nacional por su implicación en la independencia Cubana de España.



Frente a nuestro hotel estaba uno de los lugares más famosos de La Habana, la heladería Coppelia. Importante centro de reunión, aumentó su fama internacional tras salir en la película “como fresa para chocolate”.



Uno de los edificios más representativos de La Habana es el hotel nacional. Este monumental y lujoso edificio ha visto pasar a grandes personalidades. Desde internacionalmente conocidos actores, a capos de la mafia. Era el sitio de residencia predilecto de Al Capone en la isla.



Sorprende ver entre tanta decadencia la lujosa Necrópolis de Colon. Un cementerio de lujo en el que los que aquí yacen decidieron inmortalizar su paso a la eternidad con autenticas obras de arte. Esculturas colosales, grandes mausoleos… Algunos incluso llegaron a construir pirámides, templos griegos, incluso castillos. Estas tumbas se conservan mejor que las casas de La Habana.



Durante la revolución cubana, nuestro hotel fue tomado como cuartel general revolucionario. La casualidad hizo que la habitación contigua a la nuestra, la suite 2324, fuera usada como despacho de Fidel Castro durante el conflicto. Sin saberlo estábamos hospedados en un sitio histórico.



Tengo cientos de fotos de coches antiguos. No pretendo aburrirles así que solo dejaré esta muestra. Aquí un taxi para los oriundos. Los taxis para extranjeros son modernos y caros. Aun así se pueden coger estos taxis bajo cuerda o incluso particulares, a riesgo de que el conductor se vea metido en problemas con la policía. Aunque aquí todo el mundo es sobornable.



El castillo de San Salvador de la punta y el de los Tres Reyes de Morro (en la foto) flanquean el estrecho paso hacia la bahía. Desde la fortaleza de San Carlos, contigua a este último se representa una ceremonia realizada por los colonos ingleses que consiste en disparar un cañón para dar la orden de cierre de la entrada a la bahía mediante una gran cadena, que unía ambas fortalezas.



La representación solo muestra el cañonazo y aunque es extremadamente turística no deja de ser interesante visitar este fortín por la noche. Se accede a el mediante un túnel por debajo del mar que lo comunica con la Habana. Las vistas de La Habana vieja al fondo son muy interesantes.



Cerca del fortín existen varios restaurantes que en realidad son casas particulares llamadas paladares. Nosotros estuvimos cenando en uno de ellos y ahí que reconocer que tanto la comida como el entorno eran fantásticos.



Algo tiene La Habana que engancha. Esta muy deteriorada y abandonada a su suerte pero este lugar respira historia. Viendo la gran cantidad de palacetes medio derruidos entre vegetación exuberante ya que nos encontramos en una zona tropical, uno se puede imaginar lo que debió ser esta ciudad a principios de siglo.



En Cuba conocimos a Marilyn. Marilyn era una amiga de mi compañera Susana que vivía en una infravivienda de Centro Habana. Teníamos el encargo de hacerla llegar dinero medicinas y algunos regalos para sus hijas, una de ellas recién nacida. Conocerla fue toda una experiencia. Marilyn apenas podía vivir con lo que su trabajo le daba y la cartilla de racionamiento apenas le permitía alimentar a sus hijas. Aun así, su integridad le impedía recurrir a la salida fácil de ejercer como ginetera. La corrupción reinante entre el funcionariado le impedía residir en una casa acorde con las condiciones que ella precisaba. Su único objetivo era reunir el suficiente dinero que le llegaba desde el exterior para poder sobornar a los funcionarios y así poder acceder a cursos de cocina, requisito indispensable para ejercer de cocinera, empleo mucho mejor remunerado, e intentar lo mismo con los funcionarios de vivienda y permitirle vivir en una casa de sus condiciones.



La Floridita es una típica coctelería de La Habana en el que volvimos a quedar con Marilyn el último día antes de irnos. Al igual que la Bodeguita del Medio, me invadían muchos prejuicios respecto a este sitio y al contrario que en el caso de la bodeguita, aquí se hicieron realidad. Se trataba de un sitio exclusivo para turistas. Marilyn pudo entrar solo porque venia con nosotros. Todo era bastante caro, incluso para nuestro bolsillo occidental. Me costó mucho convencer a Marilyn para que se tomara algo, por supuesto invitada por nosotros. Hay que tener en cuenta que los dos daiquiris que nos tomamos equivalían a todo un sueldo mensual suyo.



Aquí acabó nuestra estancia en la Habana. El siguiente destino fue unos días de descanso en un resort de varadero. Intentamos pasar en el los menos días posibles a favor de mas tiempo en la Habana pero también nos merecíamos algo de descanso. Adiós Habana, creo que volveremos a vernos.



Cuba es muy verde. Tiene un clima tropical muy húmedo, con unas temperaturas muy agradables casi todo el año.



Cuba posee petróleo en su parte norte pero es de mala calidad. Aunque existen plantas extractoras como esta, la practica totalidad del petróleo que se consume procede de Venezuela.


Matanzas en una de las ciudades más importantes de la zona norte de la isla. La verdad es que no tiene especial interés turístico. Así que no reparamos demasiado en ella.



Al no poseer coche la mayoría de la población, se utilizan particulares a modo de taxi para desplazarse. Aquí podemos ver varias personas buscando algunos de ellos a las afueras de Matanzas.



Esta es la pinta que tenía nuestro hotel desde la coctelería. Todos los terrenos que se divisan en la imagen hasta llegar al mar le pertenecían. Las instalaciones comprendían varios restaurantes como algunos de los tejados que se ven al fondo y que entraban en la oferta de todo incluido. Vamos, todo un paraíso.



Este es el chiringuito que el hotel tenía en la misma playa. Aquí, aparte de bebidas tenían algo de comida rápida tipo hamburguesa.



La playa era de postal. Arena blanca y aguas cristalinas.


La verdad es que parecía una autentica piscina.



Varadero es un brazo de tierra que se adentra en el mar. Si continuas andando por la playa todo son complejos hosteleros para extranjeros. Es lamentable tanto lujo en una zona en la que los cubanos no tienen permitido entrar. Capitalismo puro y duro impulsado por un gobierno teóricamente comunista.



La piscina del hotel tenia una isla en medio a la que se accedía por un puente. También tenía chiringuito, red de volley y porterías de waterpolo.



Uffff… Esta foto se explica por si sola



Por la noche era un gustazo salir a tomar el fresco y algún que otro mojito por el complejo, después de haber degustado una langosta a la parrilla en algún restaurante del hotel, y haber disfrutado de un rico helado de chocolate.

Y hasta aquí el viaje a Cuba. Un viaje no solo en el espacio sino también en el tiempo.