Irlanda 2009

Aunque llevaba años deseando emprender este viaje, realizarlo fue una sorpresa inesperada. Todo se debió a un regalo de cumpleaños por parte de Mar. La verdad es que a pesar de que viajar es mi hobbie favorito, nunca había recibido un regalo de esta índole y me hizo especial ilusión pasar el día de mi cumpleaños embarcado en una nueva aventura.



El autobús del aeropuerto nos dejó en O’Connell Street, relativamente cerca de nuestro hotel. Recomiendo si se viaja en grupo usar un taxi, ya que a nuestra vuelta a las tres de la madrugada el taxi nos costó veinte euros, por los seis euros por persona que nos costó dicho autobús, que no te deja en la puerta del hotel.


 
Dublín es una ciudad de casas bajas. Incluso las zonas residenciales del extrarradio se componen de edificios de no más de tres plantas. Por el centro existen muchas zonas peatonales o semi-peatonales que hacen del pasear por ellas, un autentico placer.



Una de las características propias de Dublín es sus casas. El amplio portal de entrada esta decorado con una puerta de vivos colores. Otra característica es su clima cambiante. A lo largo de un día puede llover en dos o tres ocasiones y entremedias hacer un sol de justicia.



Dublín se encuentra repleta de jardines perfectamente cuidados, en parte gracias a las abundantes lluvias existentes. Aquí estuvimos en St Stephen's Green descansando un rato al sol hasta el próximo chaparrón.



Cerca de St Stephen’s Green existe otro parque llamado Merrion Square Park donde se encuentra la estatua de Oscar Wilde. Estatua poco convencional ya que se encuentra tumbado y con todo lujo de colores en la ropa.



En pleno centro de la ciudad se encuentra el Trinity College La universidad más antigua y prestigiosa de Dublín. La entrada a la biblioteca es previo pago pero se puede pasear por su inmenso campus de manera totalmente gratuita.



El barrio bohemio por excelencia es Temple Bar. Aquí las casas grises de irlanda se vuelven de un gran colorido abundando los pubs y pensiones.



Es bastante habitual ver bandas callejeras tocando en directo por las esquinas. Algunas como esta de la imagen poseían hasta su propia batería.




En este inmenso pub podías beber, comer, escuchar grupos en directo e incluso alojarte ya que funcionaba como bed and breadfast.



Este es el bar mas típico de Temple bar y homónimo del barrio. Nuestro lugar favorito para reponer fuerzas tras un día entero pateando la ciudad.



A pesar de no fumar, siempre buscábamos las zonas de fumadores ya que estas estaban al aire libre y el tiempo acompañaba.



La Custom house, originariamente pensada como centro aduanero del puerto de Dublín, fue durante un tiempo sede del gobierno y ahora es la sede del ministerio de medio ambiente. Es un bonito edificio a la orilla del río Liffey.



Uno de los símbolos por excelencia de Dublín y de Irlanda es la cerveza Guinness. Habíamos sacado de antemano por Internet entradas para visitar su fabrica en St James’ Gate y allí nos dirigimos. En la foto el edificio original.



Este edificio, reconvertido en museo, ya no fabricaba cerveza excepto para los visitantes. El resto de fábrica de Guinness se prolongaba en una enorme extensión de terreno hacia el río Liffey desde donde dan salida a la mercancía hacia el mar. Aquí la cebada antes de ser tostada.



Aquí se encuentra una copia del contrato que Arthur Guinness firmó con la ciudad de Dublín por un tiempo de nueve mil años y del cual se cumplía el 250 aniversario.



Después de visitar toda la fabrica subimos a la última planta donde, en un bar panorámico, se puede divisar todo Dublín mientras se disfruta de una “pinta perfecta”.



Dublín posee dos catedrales anglicanas, una de ellas es la catedral de San Patricio que rinde culto al patrón de irlanda.



En el interior la luz es tenue y alberga numerosas banderas. Un bonito ambiente si no fuera por que la zona de regalos ocupa una gran parte de la catedral.



Con casi mil años de historia, la Christchurch es la iglesia más antigua de todo Dublín. Fue construida por el rey vikingo Sitriuc y se trata de la otra catedral anglicana que posee Dublín. Es sorprendente que las dos iglesias mas grandes de Dublín sean anglicanas en una ciudad fundamentalmente católica.



El la planta de arriba de este pub se encuentra el restaurante donde invité a mar a comer el día de mi cumpleaños. Probamos un rico guiso de ternera con verduras, cocinado con cerveza guinness por supuesto.



Tenía curiosidad por conocer Irlanda de norte para observar el panorama tras tantos años de enfrentamientos entre católicos y protestantes. Decidimos coger un tren desde Connolly Station donde una amable taquillera nos indicó que nos seria mucho mas barato coger el billete ida y vuelta desde Internet.



El tren era cómodo y espacioso y debía habernos dejado en dos horas en Belfast, si no fuera por un aviso de bomba, imaginamos que atribuible al I.R.A. autentico, que nos obligo a cruzar la frontera con el Ulster en autobús, para luego volver a coger otro tren ya en irlanda del norte.



El tren en su inicio discurre cerca del mar de irlanda. Por un momento pensé que las montañas del fondo podían ser las costas de escocia pero posteriormente descubrí que se trataba del litoral del condado de Down en irlanda del norte.



La palabra para definir el interior de irlanda es “verde” Da igual que este urbanizado o que se trate de bosques la vegetación impera en toda su geografía.



Pasado el incidente y ya en el nuevo tren con destino a Belfast, nos pillaron numerosos chaparrones que como comentaba anteriormente, iban y venían entre espacios soleados. Dicen que si no te gusta el tiempo que hace en irlanda, espera media hora.



La estación central de Belfast me sorprendió por ser bastante pequeña para una capital de su entidad. Por si alguien se le ocurre viajar de esta manera le advertiré que el billete, tanto de ida como de vuelta desde Dublín, te da derecho a viajar en todos los autobuses públicos de Belfast durante ese día. Una medida muy útil para desplazarse hasta el centro de la ciudad desde la estación.



El centro de Belfast me sorprendió gratamente. Esperaba una ciudad triste y oscura pero su ayuntamiento me pareció monumental.



A un lado del ayuntamiento se encontraba este magnifico edificio que albergaba el Scottish Provident Institute.



Una de las cosas más sorprendentes son sus murales. Aquí nos encontramos en el barrio católico y nos sorprendió considerablemente un mural simpatizando con la independencia vasca. Algo totalmente impensable en España.



No parece muy impactante, pero es este el principal motivo que me movió a visitar el ulster. El llamado “Peace Wall” (muro de la paz) divide los barrios católico y protestante. Parece ser que la construcción de tal muro es lo único que une a los dos bandos.



A lo largo del muro se encuentran diversos puntos de control policial que antaño estaban cerrados pero que permanecen intactos en la actualidad. A pesar de la amenaza aun existente del I.R.A. autentico parece que la situación esta bastante mas tranquila.



En la parte protestante también se pueden encontrar murales, esta vez partidarios de la permanencia en el reino unido.



El parlamento del Ulster se encuentra fuera de la ciudad y en lo alto de una montaña. Un lugar mucho mas seguro que rodeado de población. A nuestra llegada, un policía accedió al autobús de dos pisos para comprobar su interior antes de darnos paso.



Belfast puede presumir de poseer unos grandes y legendarios astilleros. Este lugar en concreto, es el dique seco donde tuvo lugar la construcción del mundialmente famoso Titanic.



La vuelta a Dublín se hizo algo pesada. Continuaba el “problema” en las vías del tren y tuvimos que hacer de nuevo parte del trayecto en autobús.



Y que mejor opción para pasar la tarde antes de nuestra vuelta, que disfrutar de unas pintas de nuevo por el concurrido y bohemio Temple Bar.