GRECIA 2015


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Tras navegar durante toda la noche despertamos navegando entre islas de la otra orilla del Adriático. La isla que teníamos enfrente debía ser o bien Cefalonia o bien Ítaca, La patria de Ulises. Me hubiera gustado saber exactamente el itinerario del barco para poder identificar a esta última pero me fue imposible.



Nuestra primera parada era el puerto griego de Katakolon. Una zona recreativa con el único interés turístico de visitar las ruinas de Olimpia a unos 60 km en autobús. Como nos comentaron que el viaje era duro para una niña pequeña y como teníamos visitas ineludibles los próximos días decidimos quedarnos en el barco y por un día disfrutar de las piscinas, sin el ajetreo de gente que se forma cuando el barco ya ha zarpado.



Y así hicimos, pasamos una estupenda mañana disfrutando en la piscina. Fue una buena idea.



Estas son las casas que componen la población de Katakolon, como decía una zona claramente turística.



Camino del Egeo se dedicó a uno de sus pasatiempos favoritos, intentar divisar algún barco en el horizonte.





Nuestra siguiente parada fue en la isla de Santorini, situada en pleno mar Egeo.



Santorini, cuyo nombre en griego es Thera, es una isla volcánica perteneciente a las Cícladas, con una curiosa forma circular con el mar entrando en su interior. Esta peculiar forma, es el resultado de una enorme explosión volcánica que destruyó casi toda la isla original, dejando solo el borde de la isla en pié. Por todo eso, existen numerosas teorías que sitúan Santorini como origen del mito de la Atlántida.



Nuestra visita a Santorini fue un tanto agridulce. Una vez que el barco estaba fondeado frente a la isla, nos desplazamos en un bote salvavidas hasta el puerto de Fira, la capital. Una vez allí la subida hasta la ciudad se ha de hacer en teleférico, en burro o a pie. Descartamos esta última, ya que con la niña resultaba imposible. La cola del teleférico era de varias horas, sin contar la multitud de gente que se nos colaba continuamente, así que decidimos erróneamente optar por la subida en burro. Tras una intensa discusión a voz alzada en un pseudo-ingles, con el cacique que dirigía las subidas de los burros, que nos cobró más de lo acordado, llegamos arriba con una intensa alergia por mi parte y con solo una hora por delante antes de esperar la larguísima cola para coger el teleférico de vuelta, ya que la opción del burro estaba totalmente descartada. Dicho todo esto, la vista desde Fira merecía con mucho la subida.




Este es nuestro barco, fondeado junto a la nueva isla que va emergiendo, donde se situaba originalmente el volcán.



Las calles de Fira son pedregosas, en cuesta y con muchas escaleras. Se encuentran abarrotadas de tiendas encaminadas a los turistas. Imagino que serán mucho más tranquilas cuando los barcos vuelven a zarpar pero desgraciadamente no teníamos otra opción.



Una vez de nuevo en el barco, navegamos hacia el pueblo de Oia en el extremo norte de la isla. Pasa por ser el más bonito de Santorini, pero no tuvimos oportunidad de visitarlo, nos tuvimos que conformar con verlo desde abajo.



Dicen que las puestas de sol desde Oia son maravillosas. Quizá algún día tengamos la oportunidad de comprobarlo. Sin duda cabe que si tengo la oportunidad de volver a esta isla no será en crucero, sino mediante una estancia haciendo noche, quien sabe si con una cena al anochecer en alguna tranquila terraza de estos pueblecitos. Pero la nuestra era una situación con la que ya contábamos cuando decidimos la opción del crucero. Así pues pusimos rumbo al puerto del Pireo y uno de mis principales objetivos de todo el viaje, la Acrópolis ateniense.



El gran puerto del Pireo. Principal núcleo de comunicaciones marítimas de toda Grecia y uno de los más importantes del Mediterráneo. La ciudad del Pireo está unida físicamente a Atenas. Sopesamos la opción de contratar una excursión a la Acrópolis, pero las pegas que nos pusieron en cuanto a que viajábamos con una niña pequeña nos hicieron descartar esa idea. Optamos por subirnos a un autocar turístico que Pasaba por la Acrópolis y dejar el carro de paseo en el barco. La subida al Partenón la hicimos con la niña a caballito.



En el Pireo se encuentra la iglesia de Agios Nikolaus . Es una iglesia bizantina del siglo XI situada frente al puerto.



Esta es la antigua bahía donde atracaba la gran flota naviera ateniense. Hoy en día es un pequeño puerto deportivo.



La Acrópolis, el gran núcleo cultural y religioso de la antigua polis de Atenas. Situada hoy en día en una colina en medio de la gran urbe ateniense, es el gran destino turístico de la capital. Su desarrollo urbanístico se produjo en torno al siglo V a.c.



La subida fue larga y a caballito. No obstante, Acrópolis significa literalmente “Ciudad alta”.



Una vez accedimos a lo alto de la Acrópolis por la puerta de los Propileos, encontramos las Cariatides. Seis estatuas de piedra situadas en el templo de Erecteión. Tengo que reconocer que las esperaba más grandes .



Y por fin el Partenón, el gran templo central de la Acrópolis. La verdad es que se encuentra bastante deteriorado y alberga una gran grúa en su interior motivo de una restauración que se alarga ya demasiado en el tiempo.



Este es el teatro de Dionisio, data del siglo VI antes de cristo y en él estrenaron obras Sófocles y Esquilo. Al fondo se puede ver la inmensidad de la ciudad de Atenas. Hay que decir que independientemente de la historia y monumentos que posee la ciudad se trata de una urbe bastante fea.



Al fondo, el Estadio Panatenaico. En él se celebraron los primeros juegos olímpicos de la edad moderna en en año 1896. Delante, el Templo de Zeus Olímpico, más conocido como Olimpeion.



El Ágora era el centro político de Atenas. En el debatieron personajes como Platón o Sócrates.



La Iglesia de los Santos Apóstoles es una pequeña Iglesia bizantina ortodoxa que data del siglo X y que está construida en medio del Ágora.



El edificio mejor conservado del Ágora es el Hefestión. Un templo dedicado a las divinidades de Hefesto y a Atenea, que sobrevivió a las invasiones persas. 



Una vez más una gran puesta de sol desde nuestro camarote. Esta vez con la península del Peloponeso como telón de fondo.



Las costas del mar Jónico son muy similares a las del Adriático, no obstante es una continuación de él. Aquí nos encontramos en nuestro camino hacia Corfú, nuestro último destino en Grecia.



Corfú es una isla situada frente a la frontera Greco-albanesa. La capital homónima conserva dos castillos y varias callejuelas con mucho encanto por las que perderse un rato.



La llamada Fortaleza Antigua de Corfú se sitúa frente a la ciudad, en un promontorio frente al mar y fue durante mucho tiempo utilizada por el imperio veneciano para mantener su control sobre el Adriático y el Jónico.



Las calles más próximas a la fortaleza se encuentran abarrotadas de turistas, pero según te vas alejando de ellas vas encontrando callejuelas muy tranquilas donde tomar un café.



Aquí otra zona de Corfú, esta vez mas cercana a la fortaleza.



Nuestro crucero amarrado al puerto de Corfú. En la foto no se aprecia la inmensidad de la mole de acero en la que viajábamos.



La zona norte de Corfú está situada a pocos metros de las costas de Albania. Aquí vemos una zona recreativa y lo que parece ser la bandera albanesa ondeando.



Un poco más al norte, se encuentra la ciudad albanesa de Sarandë. Una zona de playa sin el menor atractivo turístico.



Sobre Sarandë se encuentra el castillo de Lëkurësit. Una antigua fortaleza otomana de los tiempos del sultán Suleiman.



Durante nuestro trayecto hacia Montenegro, nos acompañó este velero que luego volveríamos a ver en Kotor y posteriormente camino de Venecia. Lo que en este momento no sabíamos es que se trataba del Royal Clipper, el velero más grande del mundo. Fue impresionante verle posteriormente con sus velas totalmente desplegadas.

Nuestro próximo destino es un lugar que habíamos visitado apenas dos años antes, pero que el destino nos había vuelto a llevar hasta allí. 



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