EGIPTO 2004




Años hacía que ansiaba realizar este viaje. Después de muchas vueltas y fechas pospuestas por fin conseguí realizar mi sueño. Un extenso viaje por tierras egipcias. Todo comenzó a bordo de un barco en Luxor, hasta llegar a la calida ciudad de Aswan. Allí cogimos un avión hasta los templos de Abu Simbel para retornar de nuevo a Aswan y realizar un viaje por carretera de nuevo a Luxor. Por último, pasar unos días en la extraordinaria ciudad de El Cairo. 




Nuestro viaje comenzó en Luxor. Luxor es una bulliciosa ciudad construida sobre lo que en su día fue la ciudad de Tebas, capital del imperio nuevo. Se trata de una de las zonas más ricas en cuanto a arqueología se refiere ya que allí se encuentran el valle de los reyes, el templo de Karnak, y otros templos de no menor importancia.



El barco constaba de varias plantas, la cubierta con su bar y su piscina, otra por debajo con el restaurante y el bar-cafetería-sala de espectáculos, dos plantas más de habitaciones, y una planta baja dedicada al servicio.



Alojarse en un barco por esta zona resulta un sistema de hospedaje muy útil ya que todos los sitios destacables se sitúan a las orillas del Nilo. El crucero comenzó en Luxor para navegar hasta Esna, Edfú, Kom-Ombo y llegar a nuestro destino en Aswan.



Este es el templo de Hatsetsup, tambien llamado Der el Bahari. Fue construido por el emperador Hatsetsup, que a pesar de ser mujer, reinó como emperador ya que no se concebía una faraona por aquella época. Tal fue el desaire que sus imágenes fueron borradas posteriormente por sus descendientes.



De camino al valle de los reyes podemos encontrar los colosos de Memnom. Se trata de el único resto que queda de lo que en su día fue un impresionante templo dedicado a Amenhotep III.



Después de que durante el periodo antiguo las pirámides fueran saqueadas una tras otra, se tomo la decisión de realizar las tumbas en lugares secretos para que estas estuvieran mas camufladas. Se opto entonces por excavarlas en tierra a las faldas de una gran montaña con forma de pirámide. Así se construyo el valle de los reyes. Una inmensa necrópolis en la que fueron enterrados faraones de la talla de Ramses II, o de la fama de Tutankamon.



El templo de Karnak es la construcción religiosa más grande sobre la faz de la tierra. Que pena que no se encuentre en muy buen estado. Aun así la magnitud de sus columnas es asombrosa.



Remontando el Nilo podemos llegar hasta la ciudad de Edfú. En el extremo opuesto al Nilo podemos encontrar el templo de Horus, una magnifica construcción grecorromana que se encuentra en muy buen estado.



El templo de Horus de Edfú pertenece al periodo Ptolemaico. El edificio principal fue llamado Behedeti. La construcción comenzó el 23 de agosto de 237 a.C. bajo el mandato de Ptolomeo III Evergetes; en 206 a.C. la construcción se detiene por una revuelta de dos príncipes de la zona de Tebas que se declararon independientes de los faraones lágidas; finalmente el templo fue consagrado por Ptolomeo VII Neo Filopator y su esposa Cleopatra II.



El paisaje a estas alturas es impresionante. El azul profundo del Nilo destaca sobre la vegetación de las orillas de un verde vivo y unos pocos metros mas allá el desierto de un color rojizo intenso. Que lastima que esta captura de video no haga honores al paisaje.



Toda la vida así como el transporte discurren a las orillas del Nilo. Los barcos, principalmente turísticos, las carreteras y las vías de ferrocarril siguen las poblaciones que surgen a sus orillas. Mas allá, desierto.



En Kom Ombo ha surgido todo un bazar bordeando el templo homónimo. Si consigues eludir a los comerciantes, resulta un lugar tranquilo donde tomar tranquilamente un té.



Llega un momento en el recorrido, en el que empiezas a notar la ausencia de civilización y las orillas empiezan a aparecer cada vez más verdes.



Antes de llegar a Aswan, son los pescadores y los pastores la única señal de vida que se encuentra. Los egipcios son gente muy afable y abierta, que no dudan en saludar a todos los barcos que pasan a su lado.



Aswan, fin del recorrido en barco. Aswan es, dentro de lo que cabe, una ciudad tranquila y calida, alejada de la vorágine que resulta el delta. No es tan prolífica en monumentos como Luxor, pero aun así hay muchísimas cosas que ver. En la foto el hotel Old Cataract, donde Aghata Christie escribió su novela “Muerte en el Nilo”.



Una de las joyas de Aswan es el templo de Philae. Construido por completo en una isla prácticamente del mismo tamaño, es necesario coger una pequeña embarcación para llegar hasta él.



Dedicado al culto a Isis, es un templo relativamente moderno de naturaleza grecorromana. En la imagen el pabellón de Trajano.



La seguridad en Egipto es un tema de vital importancia. Debido a que el turismo es uno de sus fuentes de ingresos más importantes, existe un cuerpo de policía dedicado exclusivamente a la protección del turista. Aunque estos agentes suelen pasar bastante desapercibidos puedes encontrártelos en el momento más inesperado.



En Aswan, a diferencia de lo que sucede en El Cairo, el agua del Nilo es cristalina y la presa de Aswan ha supuesto una barrera natural para el cocodrilo del Nilo, que ha quedado relegado a su vertiente sur. De esta manera se dan las condiciones óptimas para refrescarse un poco dándose un buen baño.



Cerca de allí, se puede contactar con habitantes Nubios que por un módico precio te montan en camello y te llevan a su poblado situado en la orilla oeste del Nilo.



Los nubios son una raza de piel negra, gran tamaño y ojos claros, oriundos del sur de Egipto y norte de Sudan. Tienen su idioma propio aunque el idioma oficial es el árabe.



Este es el poblado Nubio que visitamos y donde a nuestra amiga Blanca de dio un desmayo a causa del calor y del olor de los camellos. Un besote blanca.



Esta foto es una muestra de la cantidad de precipitaciones que se recogen por esta zona a lo largo del año.



Este afable profesor del poblado nos estuvo enseñando los números del 1 al 10 en árabe y en nubio. Por supuesto no me acuerdo de nada.



Después de la visita a la escuela, fuimos invitados a tomar Karcade a una casa nubia, donde tuvimos la posibilidad de comprar diversas piezas, principalmente de madera, realizadas a mano por sus habitantes. Aunque la razón principal era el negocio, no se puede discutir la hospitalidad de los nubios y de los egipcios en general.



El desplazamiento hasta Abú Simbel se puede hacer de varias maneras. En barco a través del lago Nasser, lo cual lleva varios días de viaje, por carretera por medio del desierto, o bien en un pequeño avión en un viaje de apenas una hora. Nosotros optamos por esta última. Las vistas del desierto infinito bajo los pies son magnificas.



Y por fin los templos de Abú Simbel. Totalmente esculpidos en roca, fueron mandados construir por Ramses II para conmemorar el triunfo en la batalla de Qadesh, marcando así la frontera sur de su territorio. Cualquiera que avanzara desde tierras nubias encontraba aquí una señal de quien mandaba en la zona.



Lo primero que encontramos nada más entrar en el templo son varias estatuas en posición Osiriaca de Ramses. Todas las paredes y el techo están decoradas con jeroglíficos.



El Interior de Abu Simbel discurre hasta una pequeña habitación donde están representados Ra, Amón, Ptah y el propio Ramses a modo de deidad. La disposición del templo es tal, que solo el 22 de Octubre y el 22 de febrero la luz del sol penetra hasta el fondo del templo, iluminando las estatuas de Amón, Ramses y Ra y quedando tan solo Ptah (dios de la oscuridad) en la sombra. Según se indica en escritos, estas dos fechas coinciden con la subida al trono y el cumpleaños de Ramses respectivamente.



Todo el templo es un tributo a la grandeza de Ramses II. Aparte de todas las estatuas del interior, la fachada principal representa al faraón en cuatro épocas de su vida. El segundo coloso empezando por la izquierda se encuentra dañado, supuestamente por un terremoto al poco de construirse.



Contiguo al templo principal se encuentra otro templo mas pequeño dedicado a la esposa de Ramses, Nefertari. Es el único caso conocido de la dedicación de un templo a un cónyuge. Parece ser que Nefertari causo una gran influencia en Ramses.



Pasamos la noche allí asistiendo a un espectáculo de luz y sonido para mi gusto totalmente prescindible. La única razón por la que merecía la pena pernoctar allí, era la de contemplar los templos en la oscuridad y la visión de un cielo totalmente estrellado en medio del desierto, disfrutando de un baño nocturno en una piscina. Ahhhhh!.



En este momento nos encontrábamos en pleno desierto, justo en la frontera con Sudán. Aquí ya no existe ningún tipo de vegetación, ni aun en las orillas del Nilo. Las montañas que se divisan al fondo pertenecen al norte de Sudán, en las cercanías de la ciudad de Wadi Haifa.