OPORTO 2017



La casualidad quiso que fuéramos a Oporto en las mismas fechas, doce años después de nuestra visita a Lisboa. Al no disponer de muchos días y ante los bajos precios de los vuelos, decidimos desplazarnos en avión en lugar de en coche y centrarnos solo en la ciudad. La verdad es que Oporto vista desde el rio Duero (Douro en portugués) da más la sensación de pueblo importante que de gran ciudad. Es una de las cosas que le infieren un encanto especial.






Nos alojamos en unos apartamentos llamados Bolhao Apartments frente al mercado del mismo nombre muy cerca de la céntrica avenida de los aliados. El apartamento era muy nuevo pero no tenía calefacción, salvo un aire acondicionado portátil con bomba de calor.







Las calles de Oporto se van empinando según te vas acercando al Douro. En este sentido me recordó bastante a su vecina Lisboa.






La arquitectura con azulejos es típica de Portugal y de Oporto en particular. Uno de sus mayores exponentes es la capilla de las almas.






La torre de los Clérigos es, junto al puente de Don Luis I, uno de los símbolos más reconocibles de Oporto. Su altura y situación la hace visible desde gran parte de la ciudad, especialmente desde la otra orilla del rio.







Muy cerca de la torre de los Clérigos está la librería Lello. Se dice que sirvió de inspiración a J. K. Rowling para sus famosas novelas de Harry Potter. Debido a esto, las visitas a la librería se han multiplicado de tal manera que actualmente la librería cobra ena pequeña entrada de 4 euros para visitarla, a descontar de cualquier libro que se adquiera en el establecimiento. 






El ayuntamiento de Oporto se encuentra frente al boulevard que forma la avenida de los aliados. Una amplia zona de paso obligado en el corazón de la ciudad.






La zona más antigua de la ciudad se encuentra frente al rio Douro. Pequeñas casas, de un corte muy atlántico, frente al embarcadero y a la sombra del puente de Don Luis.






Al ser esta la zona más turística de la ciudad se encuentra repleta de terrazas. A pesar de encontrarnos en pleno mes de diciembre, el buen tiempo reinante nos permitió disfrutar de la mañana al sol.







Oporto es famoso por su vino homónimo. Curiosamente las bodegas se encuentran en la vecina Vila Nova de Gaia, en la otra orilla del Douro. Allí nos dirigiríamos más adelante para subir en el teleférico de Gaia, un corto trayecto pero de inmejorables vistas






Unas de las atracciones turísticas más frecuentadas es los cruceros por el Douro. Nosotros nos subimos en un barco que te llevaba por los seis puentes más cercanos al centro de Oporto. Aquí podemos ver el puente de Don Luis I que posee una calzada inferior, casi a ras de rio para coches y personas y una superior, también peatonal, que comparte paso con el metro.






Cruzando a la vecina Vilanova se pueden visitar las bodegas de vino de Oporto. Nosotros nos limitamos a comer en uno de los restaurantes situados a la rivera del rio y a subir en el teleférico que acaba uno de los extremos del puente de Don Luis. El trayecto es corto y no es barato pero en nuestro caso nos sirvió, aparte de atracción turística, para llegar al punto donde coger el metro. Aquí una vista desde lo alto.






Vilanova de Gaia es aún más caótica que oporto. En ella se sitúan las ya famosas bodegas y una gran cantidad de industria que la ha hecho crecer, hasta el punto de sobrepasar al mismísimo Oporto en número de habitantes.







Oporto conserva líneas de tranvía. Pero al contrario que Lisboa, que usa estas líneas como parte de su red de transportes, Solo se mantienen un par de líneas con fines más turísticos que de transportes.







Eso sí, la línea 22 conserva todas las piezas tal y como eran en su origen. Colocando a mano la pértiga a la catenaria y los carteles de destino. Aquí podemos ver la cabina del conductor.







A las afueras de Oporto se encuentra la playa de Matosinhos, que lucía así de tranquila en plano mes de diciembre. Parece ser que esta playa es un paraíso para surferos, pero la ausencia de aire les debió dejar en casa.







La estación de trenes de San Bento se encuentra en pleno centro de la ciudad. Decorada con azulejos azules como es la tónica en la ciudad, se ha quedado visiblemente pequeña con el paso de los años. Aun así merece una visita.







La calle más concurrida de Oporto es la peatonal Rua Santa Catarina. Todo tipo de tiendas restaurantes y pequeños puestos confluyen en esta calle que, junto con las terrazas del puerto, son las zonas que le dan más vida a la ciudad.







Con motivo de las fiestas navideñas, habían instalado un gran árbol de navidad frente al ayuntamiento. Era costumbre acercarse a presenciar el encendido todos los días así que aprovechamos ese momento para despedirnos de Oporto rumbo al aeropuerto.




A veces los destinos más cercanos los vas dejando a un lado y se convierten en cosas pendientes a donde no vas nunca. Oporto ya no es uno de ellos. Acogedora, portuaria, antigua, a veces caótica, situada en un enclave inmejorable, es un lugar que me ha merecido bastante la pena visitar.