Paris 2001






Durante nuestra estancia en París nos hospedamos en el Hotel América. Un pequeño hotel de tres estrellas a medio camino de la Ópera y de Montmartre. Las habitaciones eran minúsculas pero al menos este era de los pocos que miramos que tenía baño en la misma habitación.



Nuestro hotel estaba situado muy cerca de la plaza de Clichy. No obstante esta era nuestra estación de metro. Antes de llegar habíamos adquirido una especie de abono transportes valido para cinco días, ya que en Paris las distancias son considerables. Nos pareció suficiente de momento. También compramos un bono para varios museos. 



La Opera de París es un edificio colosal. Nos resultaba paso obligado en nuestro trayecto a pie hacia el centro de París. Este edificio, también denominado Ópera Garnier fue inaugurado en 1875. Tras estos muros se desarrolla la trama del fantasma de la ópera.



El símbolo por excelencia de París es la Torre Eiffel. Construida con motivo de la exposición universal de 1889. Fue la construcción mas alta del mundo hasta que el Edificio Chrysler le tomo el relevo en el Nueva York loco por la construcción de los años 30.



A la torre Eiffel se puede acceder en varios ascensores o también andando. Dada la hora a la que llegamos, y porque no decirlo, paliza que sería subir andando, optamos por la opción del ascensor. Dentro de ella se pueden encontrar diversas tiendas incluso un restaurante.



La vista desde lo alto de la torre Eiffel es impresionante. La foto corresponde a la plaza del Trocadero, situada en la otra orilla del Sena. Esta plaza, siempre rebosante de gente, seria el equivalente parisino al Picadilly Circus londinense.



Hacia el otro lado de la torre podemos avistar el palacio de los inválidos, donde reposan los restos de Napoleón Bonaparte.



Bajo esta cúpula se encuentran los restos de Napoleón Bonaparte, en un sarcófago gigante, en el centro de una sala adornada con grabados referentes a sus victorias, más propias de los faraones Egipcios.



Prácticamente enfrente de los inválidos se encuentra el museo Rodin, que conserva varias piezas de escultor francés. De entre todas ellas la más famosa es sin duda El Pensador, aunque mi preferida es el beso.



Y mas al sur en el interior del barrio latino se encuentra El Panteón Aquí descansan figuras importantes de la historia francesa como Marie Curie, Alejandro Dumas, Víctor Hugo, Voltaire, Rousseau y Louis Braille. También se encuentra en su interior el famoso Péndulo de Foucault.



Seria imperdonable visitar París sin contemplar el Arco del Triunfo. Este fue mandado construir por Napoleón para conmemorar el triunfo en la batalla de Austerlitz. Por aquí desfilaron las tropas Nazis hace apenas 59 años.




La plaza de la concordia da inicio a los Campos Elisios y se encuentra adornada con un obelisco traído del templo de Luxor en Egipto. En este momento se estaban montando las gradas para el desfile del 14 de julio, fiesta nacional francesa, en la que se conmemora la toma de la Bastilla en 1789, durante el transcurso de la revolución francesa.



En la isla de la cite se encuentra la iglesia mas conocida de toda Francia y porque no decir, del mundo. Se trata de la catedral de Notre-Dame. Me impresionó lo oscura y sombría que resulta en su interior. Dio la casualidad de que en el momento de estar dentro alguien empezó a tocar el órgano de una manera lúgubre. Quien sabe si no sería el mismísimo Quasimodo.



Una parada obligada en parís es el museo del Louvre. Dicen que se deben emplear tres días para verlo pero nosotros no teníamos tanto tiempo, así que nos limitamos a ver las zonas que nos despertaron más interés y si, la Gioconda es muy pequeña.



Me llamó la atención que dada la magnitud del edificio, se podían encontrar templos grecorromanos reconstruidos en su interior. También me sorprendió la cantidad de objetos del antiguo Egipto que se conservan, especialmente una vitrina donde se exponían en buen estado los pergaminos del libro de los muertos.



Al norte de la ciudad y en lo alto de una colina, se encuentra el Sacre Coeur. Para mi gusto, una de las iglesias más bonitas que he visto jamás y situada en un enclave incomparable.



Tras subir unas interminables escaleras se llega al Sacre Coeur donde se tiene unas impresionantes vistas de París. He de decir que nosotros subimos por el funicular al que se podía acceder con el abono transportes.



Tras el Sacre Coeur se encuentra el barrio de Montmartre, el barrio bohemio por excelencia de Paris. Aquí numerosos artistas exponen sus obras de manera ambulante, mientras cientos de turistas toman un café el la terraza de una típica braserie.



El palacio de Versalles se encuentra a unos kilómetros de París pero muy bien comunicado por tren. A punto estuvimos de perdernos su visita ya que era el último día y Mar enfermó, pero por la tarde pudimos acercarnos en el R.E.R. el servicio de cercanías parisino. La visita fue corta pero mereció la pena presenciar el salón de los espejos.